Promesas rotas.

  Ayer lo volví a hacer. Me prometí no hacerlo, pero me es imposible. Pensé que ya había sufrido suficiente, pero parece que me atrae ese sentimiento de indecisión y confusión.

 Le veo, le miro, le observo, le contemplo, le examino, le estudio, le analizo... No puedo quitármelo de la cabeza, ocupa toda mi mente y se infiltra en cualquiera de mis otros pensamientos. Siempre está presente, y cuando noto que le puedo olvidar y pienso que jamás le volveré a mirar con los mismos ojos, aparece y tira por borda todo lo planeado, destroza mis esquemas y vuelve a hipnotizarme. Me vuelvo tan idiota y me siento tan confundida que a veces no desearía estar aquí.
 Cualquier encuentro con él, aunque me suponga esa angustia, por otra parte me fascina y la espero... Para ver sus ojos, su cuerpo... Para oír su voz pronunciando mi nombre saliendo de sus labios... Para ver su reacciones y sus movimientos... Para sentir su mirada en la mía y presenciar cómo en mi interior algo se enciende, algo nace, algo palpita y, sobretodo, algo me duele. No puedo expresar mejor lo que siento en esos momentos... Imagínate si me pongo a describir cuando hay un roce con él... Muero antes de encontrar la palabra exacta.
 Cuando quiero notar estos sucesos porque lo necesito, nunca está para satisfacer "ese algo". Cuando pienso que "ese algo" se ha marchado porque no ha surgido durante un tiempo, él aparece y hace que crezca.

 El amor. Tan complicado. Ahora mismo convive conmigo y puedo asegurar que "ese algo" es, sin duda, el amor. Todos lo hemos sentido alguna vez, y hemos tardado mucho en averiguar de qué se trataba. Y es que es el sentimiento que mejor se camufla y, cuando le descubres, te hace sufrir a modo de venganza.

 ...Oh, l'amour...